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Fondo musical: https://www.youtube.com/watch?v=t9-G4YNKNAg

Muy muy temprano la sonrisa de un sueño se desvanece apenas despierto.
Muy muy temprano la sonrisa de un sueño se desvanece apenas despierto.
Muy muy temprano la sonrisa de un sueño se desvanece apenas despierto.

En el instante en que despunta el alba, más allá de lo evidente, entreabro mis doce ojos y doy gracias a Dios por esos regalos de sueños pasteles que devoraron las pesadillas de mi consciencia, durante mi vigilia de luz de triada de Lunas crecientes.

Para una niña cierva, que fabrica manualidades con basura reciclada, ya alumbrada por la inocencia que despide un trino avispado, desde un firmamento edificado, es sumamente agotador tejer pedazos del suelo que piso.

Esas carcajadas, de cuadros de ternura viviente, que se agolpa en mis gargantas mentoladas y como sal de uva, al encontrar a mis hermanas, abre mis astados corazones a una nueva enseñanza. Debo ser prudente si quiero sorprender a L’thran Albeyran.

Rezo por las almas que descansan las historias de cuentos de hadas, de ese príncipe de los perfumes de tiempos pasados, o el Tazyqlobresia Anmursyaji, que hace muchos muchos siglos desposó a las cicatrices de una regente. Ella lo condenó a vagar con una  luminaria coronada en el centro de su frente, y, para siempre estará perdido en sus propias fantasías de ébano y marfil .

Fui prometida al príncipe durmiente, nada más nacer. Todas nosotras somos sus más devotas musas. Somos sus lirios de plata, candores para su reposo. Jamás seremos tocadas por su virilidad pero, y en un solo pero, miraremos su rostro en nuestros núcleos de vida; alimentaremos su leyenda a partir de la palabra encomendada, por la venia de este país de crudas promesas.
Me abro paso con fulminantes besos por la piel de nuestra casa de té.

La novia sombra me saluda, y con devoto sigilo, me adentro por el resto de lo que llamo la mejor aventura de mi vida inmortal.

La novia sombra me saluda y, con prudencia de Amor, me adentro por el resto de lo que llamo la mejor aventura de mi vida inmortal.

La novia sombra me saluda y, con encarnada esperanza, me adentro por el resto de lo que llamo la mejor aventura de mi vida inmortal.

En el lago de cristal, que respira detrás del patio de mi Abuela, solemos pescar tizas y gises de colores. A veces gatos con patas de conejo o camellos con treinta y tres maneras de vestir un velo con pinta de lunares de estrellas. Ella ríe con nuestras bromas de Do-La-Li-Re-Fu y nos insta a descargar el huerto con nuestras herramientas de juguetes.

Devoré las bayas soles que cuelgan en los portales de nuestras puertas, até en mi tobillo una pulsera de los listones con los que adorno a mis muñecas. Ellas me cuentan los secretos de las hormigas, el vuela pluma de las catarinas y los deseos de las termitas. Nos llevamos bien, aunque a veces, las regaño por no revelarme los tesoros que esconden las cucarachas en los escondrijos más ocultos de la cocina.

Ay, mi Abuela. Ella, y sólo ella, colorea nombres en nuestras mejillas, para que no nos consuma la planta de nuestros pies, el salvaje que reparte candiles de pájaros en las madrugadas de este país de espíritus vivientes. Ellas, las mejillas que serán besadas por el caballero que cabalga este mundo, y las nobles madrugadas, sonrosadas por las palabras que le otorgan las preciadas nocturnas amadas, se adornan con flores de navidad.

En las níveas hebras de la testa de la nona reposan flores con aroma a popurrí: celestes, amarillas, rosadas, lilas; mueve esos sus pétalos cuál mariposas, en los días de un verano del hielo y escarcha que sólo toca al poblado más allá de las quejas de los corteses aldeanos.  
Al atardecer se van a dormir con un oso melindroso, que tararea baladas, con una guitarra de lana fina. Nuestro amigo oso o Vulrapo Khin come toda la miel de los árboles, y a veces por eso, el té de nuestras tazas nos resultan algo amargo por las fantásticas hierbas que, recolectamos al anochecer. Entre bailes y maromas. 

Mi vestido son husos horarios. Me visto de tiempo, de espacio, de génesis. De matrices con aroma a serpentinas. Esas, y sólo esas, con las que se adornan todos los cumpleaños, en los que arrompamos a nuestra bestia, son mis principales protagonistas. Las bestias que nacen, tras pedir el más excelso deseo, al soplar las velas de un bonito pastel elaborado con las más amorosas manos.

En el instante en que están agotadas, por la incertidumbre que el día asume sobre su piel, como un resfriado, se desperezan y edifican otro montoncito de ropajes y mantas con las que lloran las lágrimas de las más dulces rosas. Sé, por boca de la canción de cuna más antigua, de una rosa que condenó las promesas de las bestias, los gorriones, los soldados de plomo y la pareja de enamorados de un insólito universo, que acudieron a ella por una oportunidad para amar.

Esa es otra historia, por supuesto.

En este relato, este y sólo este, pronuncio mi existir, con la amalgama de posibilidades que brotarían de decorosos besos, que manan desde risas de musas del bosque, con las que me río y canto y bailo, para esperar a mis orugas felices. Mi tempestad de acuarelas. Mi candor de lentejuelas. Y sobre todo, a ese regente al que jamás podré verle el rostro escondido tras un velo de tul y tafetán.

Sólo soy una niña. Una niña que edifica castillos de arena, que viaja con su volátil avión de cartón y madera, brillantina, gomaespuma y crayolas de cera; la misma niña que se adentra en las asombrosas aventuras, de amigos imaginarios, a los que observa partir hacia los brazos de los que serán la razón de sus suspiros, de su porvenir y su dicha.

Y tanto ellos, como yo, volamos hacia historias, cuentos, mitos y leyendas de Por Siempre Jamás. Canciones de Cazadores de Jaulas de fuego y Plomo. Mis Nunca, son Nuncanoches, la existencia de los Nunca Jamás de los Jamases, son Naciones de Guerras por Naciones de Juguetes; almendras con azúcar con las que unto tus dedos y leo el futuro que te aguarda.

Risueña, valerosa, soy una memoria de fuego fatuo, una comunidad en prosa.

Me llamo Ithsimil y soy la Emperatriz del Sueño Eterno.
Me llamo Ithsimil y soy la Sagrada Memoria de los caídos .
Me llamo Ithsimil y, a ti, te otorgo con cordialidad, un arropo de Paz.
Me llamo Ithsimil y soy tu Hija.
Me llamo Ithsimil y soy tu Hermana.
Me llamo Ithsimil y soy el Espejo de tus Deseos.
Me llamo Ithsimil y soy la Emperatriz de las Rosas, que otorga la felicidad, a los más afligidos.

Me llamo Ithsimil.
Me llamo Ithsimil.
Me llamo Ithsimil.

Ithsimil y soy, soy, soy las Historias Interminables de tu propia creación.

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Vanessa Sosa

Mérida, Venezuela (1986). Historiadora del Arte (2018) egresada de la Universidad de Los Andes. Actualmente, ejerce como Bibliotecaria en una institución. Es  una escritora que se considera aprendiz y también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con pocos microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe, sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.

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